Ya lo dijo Quincy Adams “hay dos formas de conquistar y esclavizar una nación: una es la espada; la otra es la deuda”.
Un 16 de agosto, hace más de 150 años, en el contexto de la guerra de la Triple Alianza,aconteció una de las batallas más terribles de la historia militar del mundo, peleada por niños y adolescentes, asesinados sin piedad. Todo direccionado desde Inglaterra, quien había comprado a sus Malinches argentinos, brasileros y uruguayos
En varios lugares emblemáticos de la cuidad se pudieron observar carteles con la leyenda que se encuentra en gran parte del país, tanto en espacios públicos como en redes sociales.
Vilipendiado a derecha e izquierda, tanto dentro como fuera del oficialismo, el acuerdo de facilidades extendidas negociado por el Poder Ejecutivo y avalado por el Congreso Nacional, marcará un derrotero que a futuro nos expondrá a metas y evaluaciones que ni el más optimista de los obsecuentes piensa se puedan cumplir o alcanzar.
Después de dos años de pandemia, el Día de la Memoria volvió a las calles de manera contundente en muchos puntos del país. También volvieron los odiadores a simular desconcierto, denostar a los participantes y burlarse de banderas y cánticos.
La prepotencia conquistadora de Joe Lewis debería indignar a todos. Pero no es el único que ostenta sus privilegios y se burla de la democracia: este caso tan brutal debería ser el punto de partida para domesticar a los potentados que se quieren apropiar de todo, hasta de nuestra dignidad.
El video que se conoció hace tres días es la prueba más contundente e irrebatible de lo que se da en conocer legalmente como “asociación ilícita”.
Quien no lo admita, se niega a reconocer lo evidente.
Quienes se nieguen a reconocer este probado delito no son demócratas ni republicanos.
Sólo socios desclasados del desfalco organizado.
Al autor de estos apuntes le queda energía para un nuevo texto. La carta de Macri lo inspira. Pero el problema no es el ex mandatario y su impudicia, sino los que con sus votos brindan la continuidad de un licuado antipolítico que sólo puede provocar indigestión al futuro del país.
La Navidad y la fiebre consumista generan enormes millones de facturación que se gasta de un sólo lado, el nuestro. Y se acumula siempre del otro lado. Pero si lo miramos con otros lentes puede reconvertirse y mostrarnos elementos de reconciliación. El Jesús de Galilea era uno más de los de pata al suelo.
“Que se vayan todos” fue una expresión de hartazgo que sonó por las calles pero no sirve para un análisis político. Esa frase denuncia una decepción y no un pedido de nada. Sólo dos o tres se fueron. Los otros se reciclaron para aparecer ahora como los expertos en lo que hay que hacer. Entonces, aprendimos poco y nada.
El Autor de estos apuntes ha perdido el rumbo y se esfuerza por retomarlo. De la depresión al desafío en pocas líneas. Lo de siempre, cansa. La Calle tiene la palabra.
Un viejo tiempo que no acaba de morir y uno nuevo que no termina de nacer, siempre es un tiempo de incertidumbres y conflictos cruzados por nuevos y viejos desafíos no resueltos, pero que sin dudas alumbran aquellos desvelos de las nuevas generaciones que buscan allanar sus propios caminos, sin cargar mochilas de viejos conflictos.